La 'narco' Paca, el policía Pepote y su novia abogada
El macrojuicio contra un clan de traficantes en Baleares deriva en un enredo de guión de película
ANDREU MANRESA - Palma de Mallorca - 01/02/2009
La Paca se sacó un cúter del delantal y rajó una oreja a Tomás, un yonqui al que su banda de narcos tenía encadenado en el poblado chabolista de Son Banya, de Palma. Al herirle, quiso lanzar un mensaje cruel a quienes le habían robado 6,7 millones de euros, un botín de dinero sucio, procedente de la droga, oculto en un agujero. "Se relata como un alarde de hegemonía", explicó uno de los abogados de Francisca Cortés, de 53 años, viuda, jefa del clan de La Paca, que reúne a seis hijos y cinco hermanos, además de cuñados, sobrinos y primos.
La policía asegura que es la narcotraficante más conocida de España.
La matriarca inició su escalada delictiva en los años 70 al escabullirse con un carro y un jamelgo por el campo y dejar tiradas a tres patrullas de la policía. Ahora, en su caseta con techo de uralita, con paredes revestidas de estucado veneciano, tenía un mono domesticado. Al ser detenida, gritó: "¡No, por favor, no os llevéis mi mono! Es bueno. Duerme conmigo en la cama. Le pongo dodotis". Además del mandril mordedor, guardaba 300.000 euros en billetes; la caja que genera un mercado cautivo: los cientos de drogodependientes que se abastecen en el súper marginal.
"De fechas no me hablen, no sé ni cuando parí a mis hijos", dijo Cortés, analfabeta funcional, de apariencia modesta, vestida con rebecas de color fucsia. "Es una persona lista, inteligente y tiene habilidades sociales. No todo el grupo es como ella", detalló su defensor, Carlos Portalo.
"¡Un poco de formalidad!", suplicó La Paca en el banquillo a su familia, inquieta tras dos semanas de juicio en el que afrontan penas de entre 28 y seis años de cárcel. "Señoría", dijo al juez, "¿puede pasar El Ico [uno de sus hijos] atrás". El joven, de 22 años y más de 140 kilos, tampoco sabe leer, pero conducía sin carné un Ferrari rojo y el Jeep Hummer que fue del futbolista Eto'o. En un pub disparó a un camarero, lo que quedó grabado en las cámaras de seguridad, y en otra ocasión embistió a un coche policial.
Cortés reconoce que en una época se dedicó "a la maldad" y asume que robó "para dar de comer" a sus hijos. Se casó a los 14 años y quedó viuda a los 30. Su marido, El Nano, y un hijo murieron víctimas de la droga. Cuando tenían el mono, ella les ataba a la cama. Otro hijo quedó incapaz. Ha sido detenida 11 veces -seis por tráfico de drogas- y tiene cinco condenas desde 1990: una por robo, a cuatro años de cárcel, y cuatro por narcotráfico, que suman once años.
"Es dura y sensiblera y, sobre todo, siente pánico a la cárcel", anotó un comisario. Por ello, en 2006, pactó un acuerdo con la fiscalía y asumió -con su clan- embargos y multas por blanqueo de capitales del narcotráfico. El auto desgrana la compleja malla de dispersión del patrimonio, a través de testaferros -menores, incapacitados, empleados- titulares de sus bienes: casas, terrenos, coches, cuentas, fondos del Tesoro, por valor de ocho millones.
La Paca y los suyos han visto volar varias veces su fortuna, decomisada. Y el clan dejó de invertir en bienes y acumuló los nuevos capitales fuera del sistema bancario: bajo tierra y en los falsos techos de las chabolas. Un hermano de la narco quiso comprar una finca "para los pobres" en Paraguay. La jefa está pagando una pena de 608.000 euros por blanqueo.
"Es la narcotraficante más conocida de España y una confidente de muchos años", reconoció ante un juez el jefe policial antiatracos José Gómez, Pepote. La llamaba "mi amiga" y confesaba una "relación muy estrecha". Pero existió una traición recíproca, palabras y pactos al otro lado de la ley. Ocurrió a raíz del robo, en 2006, de los 6,7 millones de dinero negro del clan, seguido del secuestro y tortura en Son Banya del grupo de supuestos ladrones.
El suceso casi fue público, con carreras callejeras, asaltos a casas y hoteles, partes de hospital. El caso hizo saltar las alarmas. La razzia y las represalias a seis personas -con la mutilación de la oreja- las dirigió Cortés, rodeada de su gente. "Cuando La Paca lo ordenaba, me pegaban", dijo una víctima. Y otra narró: "Un hijo paró los palos: 'la mamma ha dicho que no le toquen más".
Narcos, ladrones, un policía y un abogado acabaron en el mismo banquillo: La Paca, el inspector Pepote El Guapo -que tenía fama de valeroso en la comisaría- y su novia abogada, María Ángeles López, han sido sometidos en un macrojuicio con otros 22 familiares del clan. El fiscal Adrián Salazar definió el asunto como "un puzzle de guión cinematográfico".
La Paca y Pepote, confidente y policía, se buscaron y pactaron. La narco quería borrar el grave escándalo y sobornó al funcionario con 600.000 euros, pero ella le grabó la conversación donde se tramó el pago. "¿Hasta cuánto puedes pagar? ¿Les digo que [serán] 150 [millones de pesetas] la semana que viene?", inquirió el inspector. El dinero sucio era para su pareja, la abogada, quien debía indemnizar a los secuestrados. "¡Coño!, joder, quién se come los 15 años de prisión", chilló Pepote. La Paca sintió que el policía "le metía miedo (...) porque no era un cualquiera".
El operativo y la sangre fría de Francisca Cortés para cazar a Pepote son de cine: la matriarca de Son Banya le citó en una plaza, contactó con un policía local para que registrase el encuentro en vídeo y habló con un guardia civil retirado para que desde lejos controlara el encuentro.
La grabación de la charla la efectuó Manuela, La Guapi, -hija de Cortés-, joven y muy gruesa, que se escondió el aparato -un Mp3- entre los senos. Durante la charla, el policía recibió una llamada al móvil y su interlocutor notó interferencias. Las emitía el Mp3 que acunaba La Guapi, que sintió pánico.
Por su seguridad, la matriarca puso el aparato a buen recaudo, lejos de Palma; lo custodió un familiar en Valencia. La grabadora con la larga y clara conversación llegó a manos de un juez, envuelta en algodones de maquillaje. La Paca ejecutó su vendetta por hastío: porque se cansó de pagar fajos de billetes en mochilas escolares.
Primero abonó en una chabola 300.000 euros a la letrada López, en presencia de otros dos abogados. Un fajo de 6.000 euros cayó debajo de la mesa. Después se consumó otra entrega de 300.000 euros a Pepote, que dejó dos huellas en un sobre del dinero incautado. Hubo otra petición. La primera exigencia fue de 2,1 millones de euros y el fiscal cree que el clan los pagó. El policía niega haber tocado un euro.
"Yo he pagado 100 millones de pesetas y si hubiera una máquina de la verdad metería la mano", concluyó La Paca ante el tribunal y asumió su delito de cohecho. La novia del policía dice que sólo existió una negociación entre abogados. "Doña Francisca me llenaba el despacho de flores y plantas en agradecimiento", apuntó.
EL PAIS
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