viernes, 14 de enero de 2011

En Camas

Aquel verano viajamos a Marruecos buscando más el placer y la coitodianidad que un buen cous-cous o unas vistas en el desierto. Esos meses previos de calor me encerré a darle forma a un trabajo que iba a ser sólo para mí (y que sigue aportandome esa exclusivad), es fácil escribir una historía negra (u oscurita) cuando se cuela en la casa los ecos de las familias camino de la playa, es fácil invertarse la niebla a cuarenta grados. Me servían de refresco Leonard Cohen, Stuart (Tindersticks) y Matt Berninger (The National). Con ese calor empezó a resurgir mi animadversión a las chaquetas de pana (me reservo los pantalones) y a sus propietarios y propietarias pelmas. Pensé en Paco Ibañez, ay qué disgusto, y decidí que el título debía ser en inglés y preconcebido. Pasaba muchas horas escuchando a Matt cantar y pensé en titular aquello Sad Songs for Dirty Lovers, pero me acabó pareciendo excesivamente descriptivo. El viento y la lluvia de Essaouira acabaron por escoger el título y la canción y, por tanto, el trozo de realidad y espanto que esa historia cuenta, no ya decidir un final que no existe ni dotarlo de los estigmas del género a elegir cuando ya lo dejó claro el poeta: Eros es más.
Ya se sabe que al dolor le gusta la compañia y hoy son muchos los que dan cuerpo, voz y belleaza ultimando flecos de esta eterna impermeabilidad celeste tirando para azul fuego.
Hace poco preguntaba a un amigo por el Genet de Tánger, él miro para otro lado y con cara de cansancio espetó: esas historias le costaron cuarenta años de vida y ni hoy se atreven a ponerla en escena... Nunca llegué a entender qué quiso decirme verdaderamente pero para salir de aquella hostilidad encendí un cigarrillo y reivindiqué la poesía de Genet y su genio, muy por encima de otros nombres como Henri Miller o el pazguato y patético Bukowski, y me limité a maldecir el habito del té. Me gusta aquello que escribió García Casado de que cualquier forma de amor conlleva desperdicio, siempre me lleva a un pollo asado descuartizado en la bandeja de papel de plata.
Elegí bien la canción y el precioso título de aquel acto de fe sin procesión y hoy me alegra conocer el video en el que el alemán cristiano ha colaborado durante estos últimos meses y que ya me huele a un estilo particularísimo, a una marca, qué se yo.
Será vanidad pero parece que esto es un homenaje a aquel tributo fracasado y a lo mucho que hoy me gustaría cenar con esos baritonos en aquella casa compartida de Essaouria. En definitiva, viva este arte national.


(pinchar sobre el video para ver correctamente el tamaño)

2 comentarios:

Isa dijo...

dónde se puede leer? me alegra ver que resucita el blog y en parte tú. besín

Anónimo dijo...

Disgusto Ibañez? Ya quisieras acercarte un poquito a su poesía