Renacimiento de Sevilla (editorial tan meritoria, entre otras cosas, por recuperar para el lector actual, importantes clásicos olvidados) acaba de reeditar, con prólogo de José Esteban, uno de los libros noventayochistas de Manuel Ciges Aparicio (1871-1936) escritor y periodista siempre comprometido con su tiempo, agudo detector de los males de una España empobrecida, atrasada y corrupta, contra la que procuró luchar, sin dejar de reflejar aquella bohemia moderna o modernista, lleno de giros nuevos y crepusculares, en un orbe que era miserable y aún zarrapastroso. El tomo “Del periódico y de la política. El libro de la decadencia”, publicado originalmente en 1907, narra con claro fondo autobiográfico, las vivencias desoladoras de un joven escritor entre el periodismo y la política tradicional, enmedio de la desidia, el desaliento y la corrupción. Un mundo español al borde del colapso, que produce tanta rabia como pena. Lo mejor acaso, las escenas de misérrima vida bohemia, donde naufragaron hombres cultos, brillantes y perdidos como el Estanislao de este libro que (sin serlo) nos recuerda el calvario de Max Estrella. Ciges fue un escritor más que notable entre el 98 y el modernismo, que siempre buscó una España renovada y distinta, como tantos ay, sin verla conseguida. Amigo de Azaña, durante la 2ª República fue gobernador civil en varias provincias, y el alzamiento de Franco le tomó en Ávila, donde fue brutalmente fusilado a principios de agosto de 1936. Se casó con una hermana de Azorín, Consuelo Martínez Ruíz, de la que tuvo un hijo que fue actor, Luis Ciges, fallecido hace no muchos años. Hay bellos libros de Ciges Aparicio como “Del cautiverio” de 1903, donde narra su prisión en la Cuba aún española, por oponerse a la política del capitán general, Valeriano Weyler. O “Circe y el poeta” de 1913 donde narra sus años parisinos. Ciges fue quizá el primer español en escribir y publicar en 1900 un artículo sobre la muerte desasistida en París del gran Oscar Wilde. Naturalmente la ultramontana y cerril oposición católica -la más claustral de Europa- tachará el artículo de “defensor del pentapolismo”, como se narra en el libro que ahora recomiendo. Para algún despistado: La Biblia llama “pentápolis” a las cinco “ciudades de la llanura” entre las que se hallaban Sodoma y Gomorra… ¡Cuánto nos ha costado salir adelante! ¡Pero cuántos grandes hombres hemos tenido… !
por Luis Antonio de Villena
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