Las noches de verano en Madrid son un gran antídoto para esta ordinaria estación -dando por hecho que no hay presupuesto para las Bahamas-, y disfrutar de ellas junto a Fabian, Jaenada y, sobre todo, Luis Antonio de Villena, es una forma de viajar a lo exótico y exquisito muy cerca de la Gran Vía, brindar por una vida que no es ni noble ni sagrada pero parece más buena, menos mala, a pesar de la policía madrileña a la que le mando un beso profundo y negro.
Ahora, en un ornamentado -que no lujoso- hotel de Almería, espero a que llegue Óscar y a que caiga la noche, hago algunas llamadas a Tánger (también ella ha estado en Madrid estos días, más guapa) llamadas que negaré en recepción -qué se me ha podido perder a mi en Tánger señorita, no ve lo pálido que estoy, porque el día en esta parte de la tétrica costa española es largo y agradecido, la limpiadora pone más esmero en la moqueta cuando oye follar en la habitación contigua, lleva un rato parada en la 107.
En la televisión hablan de Justin Bieber, un chico que canta, que baila imitando a Jackson y que se ha hecho millonario, este muchacho me caerá muy bien cuando cumpla los 25, incluso quizás entonces haga un buen disco. Sus fans sólo buscan acostarse con él, tener un hijo suyo y eso es muy digno, no como los que esperan a que salga el artista de turno para conseguir una Oportunidad, o cuanto menos tenerlo en su agenda, por si acaso y brindar mientras tus padres no se enteren de esto -cómo comentar entonces los bikinis en verano- ser muy libre y que no te pase nada malo. Ayer busqué por esta ciudad un lugar donde alquilar un film de Pasolini, ni rastro, el genial director y no mal poeta dijo que no hay nada más absurdo que la propia insistencia, la cita no es exacta pero habría que tatuarla en lugar de tantas letras góticas y dibujitos ingeniosos. Ahora me parece que Bieber va tomando un aire a Kurt Cobain.
Al gran Luis Antonio espero verle pronto, volver a trasnochar cualquier lunes o jueves por el centro de Madrid, evitar las terrazas e intercambiar sortijas y gatos príncipes. Vuelvo a Los obscuros leopardos de la luna, por José María Álvarez y Una temprada en lo moderno , por Julio Pérez Manzanares.
También Diego está de camino para seguir preparando ora aquí ora en la venta de Vargas nuestra Extimidad de Viper Room, seguimos derribando muros mientras llega la policia, la temperatura exterior es de 31 grados, también corrijo, escucho la música de Isabel Muñiz y su banda, en cierto modo es un estúpido milagro estar aquí, cerca de la 107.
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sigue...sigue...
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