Existen múltiples tipos de silencios y, sí, existen dos silencios iguales. El silencio que quedaría entre aquellos olivos en Granada podría emparentarse con el que se lee entre líneas en las lecturas y lecciones de Luis García Montero en la universidad en la que tantas veces no calló. Silencios que, con los dientes apretados, brindan por la lealtad de una derrota.
Hundir al otro, intentar ahogarlo aunque con ello perdamos el poco aliento que nos queda. La crítica es, como la verdad, un derecho humano, y la verdad es que parece que hoy pocos están en predisposición de crítica y muchos de los que ejercen sería mejor que desistieran, harían menos daño naufragando en su simulacro de contracorriente dándole la cara a las olas con sus ombligos anchos, que dejándose, tristemente, llevar por ella. Por caridad, a veces, solamente a veces, silencio.
Dudas
Vas a ser un pérdido.
No me importa.
Me parece más triste,
no saber dónde estoy.
L.G.M
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