domingo, 22 de mayo de 2011
Me voy pá la Feria, vestido de corto, para hablar de poesía y cine (por hablar de algo). A las 19 h. Olé
(Un final feliz por Sr. Chinarro)
jueves, 19 de mayo de 2011
NUEVA HISTORIA DEL CINE IMPERMEABLE
Los griegos sentían admiración por la araña, el animal más sabio y técnico para Aristóteles. A través de sus hilos la araña construye la trama que puede acabar en un trampa complejísima, casi matemática, o reducirse a un simple hilito que conecte dos hemisferios. Aquí, este hilito impone el espacio que encierra de forma claustrofóbica al hombre, impulsándolo a una estructura que alcanza su culminación en la dimensión de una realidad que aprisiona sin remedio al individuo.
La niebla, el ruido seco de la lluvia, la verja que cierran oportunidades en nuestras narices, el aburrimiento hermenéutico o los sucios ventanales funcionan como metáforas de parálisis evidentes de una especialidad torturante e imperativa. Un eco que recorre un laberinto, el laberinto de la inexistencia a pesar de sabernos vivos, un laberinto tan fino y lineal como la tela simple de una araña que captura por igual sin necesidad de tejer en exceso ni de esconderse en lugares recónditos para atrapar. Porque el gusto elevado no requiere lo pintoresco de las especies y sí de una realidad descarnada, seca, austera, privada de sustancia vital.
El deseo de herir y el de matar están fuertemente ligados a nuestra necesidad sexual o caníbal, bajo cuyo signo nadie actúa razonablemente.
La niebla, el ruido seco de la lluvia, la verja que cierran oportunidades en nuestras narices, el aburrimiento hermenéutico o los sucios ventanales funcionan como metáforas de parálisis evidentes de una especialidad torturante e imperativa. Un eco que recorre un laberinto, el laberinto de la inexistencia a pesar de sabernos vivos, un laberinto tan fino y lineal como la tela simple de una araña que captura por igual sin necesidad de tejer en exceso ni de esconderse en lugares recónditos para atrapar. Porque el gusto elevado no requiere lo pintoresco de las especies y sí de una realidad descarnada, seca, austera, privada de sustancia vital.
El deseo de herir y el de matar están fuertemente ligados a nuestra necesidad sexual o caníbal, bajo cuyo signo nadie actúa razonablemente.
miércoles, 18 de mayo de 2011
martes, 17 de mayo de 2011
martes, 10 de mayo de 2011
miércoles, 4 de mayo de 2011
Lovely lovely Rupert Brooke
THE LITTLE DOG´S DAY
All in the town were still asleep,
When the sun came up with a shout and a leap.
In the lonely streets unseen by man,
A little dog danced. And the day began.
All his life he'd been good, as far as he could,
And the poor little beast had done all that he should.
But this morning he swore, by Odin and Thor
And the Canine Valhalla—he'd stand it no more!
So his prayer he got granted—to do just what he wanted,
Prevented by none, for the space of one day.
"Jam incipiebo, sedere facebo,"
In dog-Latin he quoth, "Euge! sophos! hurray!"
He fought with the he-dogs, and winked at the she-dogs,
A thing that had never been heard of before.
"For the stigma of gluttony, I care not a button!" he
Cried, and ate all he could swallow—and more.
He took sinewy lumps from the shins of old frumps,
And mangled the errand-boys—when he could get 'em.
He shammed furious rabies, and bit all the babies,
And followed the cats up the trees, and then ate 'em!"
They thought 'twas the devil was holding a revel,
And sent for the parson to drive him away;
For the town never knew such a hullabaloo
As that little dog raised—till the end of that day.
When the blood-red sun had gone burning down,
And the lights were lit in the little town,
Outside, in the gloom of the twilight grey,
The little dog died when he'd had his day.
(a Adolfo, por traérmelo de vuelta a casa)
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