lunes, 27 de junio de 2011

UNA CONFERENCIA


Como errar es inevitable, puedo fácilmente ser tomado
por un tipo que está de pie ante ustedes, en esta sala llena
de lo que son ustedes. Pero en una hora, en fin,
esto se habrá enmendado, a costa mía y de ustedes,
y el lugar volverá a pertenecer
a las partículas elementales, mucho más flexibles
que una forma humana particular, o una reunión cualquiera.
Algunas partículas son libres aún. No todo es polvo.


De manera que mi indisposición para admitir que soy
yo quien está frente a ustedes ahora, o lo contrario,
tiene menos que ver con mi modestia o solipsismo
que con mi respeto por el futuro prójimo de este local,
esas susodichas partículas que flotan libres
hasta posarse en la superficie
reluciente de mi cerebro, sin que ningún trapo húmedo
y ansioso pueda capturarlas y eliminarlas.


Lo más interesante del vacío
es que está precedido por lo lleno.
Los primeros en comprender tal cosa fueron, creo,
los dioses griegos, cuya especialidad era la ausencia.
Piensen, pues, que ensayamos para un bis divino
donde actúo, como ven, para la galería.
Todas nuestras acciones son vanidad.
Pero yo tengo prisa.


Una vez que conoces el futuro, puedes hacerlo
adelantarse. Igual que las figuras y los muebles de mi casa.
Perder protagonismo no es una virtud
sino necesidad, y uno tiende a apreciarlo mejor
cuando cae la tarde, si bien desde un punto de vista
numérico es más fácil no ser yo
que no ser ustedes. Como el cisne dijo al lago:
No me gusto. Pero bienvenido a mi reflejo.


por Joseph Brodsky.

Traducción: Abraham Gragera

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